El Escuálido y Largo Camino hacia la Reconciliación

Posted: lunes, diciembre 18, 2006 by Killercita in
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Durante muchas décadas se ha puesto en la palestra aquello llamado “Reconciliación Nacional”. Muchas generaciones nacimos escuchando esa especie de grito de guerra, el que se supone que iba a cumplirse una vez que dejara de existir la persona que entabló en nuestra sociedad esa especie de repudio y odiosidad (contenida sólo a ratos y escudada bajo el título de “violación a los derechos humanos”) representada en la figura de Augusto Pinochet Ugarte.

Por las generaciones más jóvenes fue conocido como el dictador más cruel de la historia de Chile, algunos lo apodaron estoicamente “El libertador de Chile”, tal como se leía en las poleras de sus simpatizantes, y otros, claro está, lo catalogaron como el mayor genocida de Latinoamérica.

Hay que reconocer que desde los hechos acaecidos en 1973 ha pasado un buen trecho de tiempo, lo que no ha servido de mucho. ¿La razón? Aún no se esclarecen, pese a que hoy por hoy la justicia es mucho más “rápida” (sólo por llamarlo de alguna manera) los crímenes cometidos contra personas inocentes, la cantidad exacerbada de fondos estatales que Pinochet tuvo en su poder para fines personales, es lo que provoca tanta odiosidad en un sector no menor de la población de nuestro país.

Pero pese a que ahora no se podrá juzgar al responsable de tales delitos, ha quedado claro que las heridas no se han sanado, y que pese a lo que muchos digan, la muerte de Pinochet ha sacado lo peor de todos los chilenos. Y cuando me refiero a que ha sacado lo peor de todos nosotros me detengo en algunos hechos que definitivamente no debieran ocurrir en ninguna parte. Me explico:

- El hecho de que una persona muera NUNCA es motivo de celebración (lo que, obviamente estaba claro que iba a ocurrir, pero nunca con tanta alevosía a unas horas de haber muerto este personaje en la Plaza Baquedano y sus inmediaciones). Las personas, como tales, deben ser respetuosas del dolor ajeno, sin pasar por encima de eso. A usted, que está leyendo ahora, ¿le gustaría que un sinnúmero de personas festejara por la muerte de uno de sus familiares?. Siempre hay que ponerse en el lugar del otro.
- Por otra parte, la cantidad de improperios y agresiones físicas que recibió la prensa en las afueras del Hospital Militar. ¿Esa es la gente educada, de alcurnia, esa que recibió la tan preciada educación de los años del régimen militar? ¿la prensa tuvo la culpa del deceso del ex comandante en jefe?. La prensa se dedica a hacer su trabajo, y no tiene porqué ser castigada por eso.
- Ahora, una vez cremado el cuerpo de Pinochet, se ha destacado esa enorme división que existe entre la derecha y la izquierda de nuestro país. ¿No se supone que todos debiéramos remar en una misma dirección?

Evidentemente debiera ser así, pero la realidad es muy distinta de lo que se supone que debiera ser. No hay que desconocer que Pinochet estabilizó la economía, bajó los índices de delincuencia, pero todo eso tuvo costos enormes para la población chilena.

Para la reconciliación que con tanto ahínco pide la Iglesia Católica estamos muy lejos, a miles de años luz aún. Primero debemos empezar por aclarar aquello que nos divide y luego perdonar, o al menos tratar de hacerlo, a las partes que tuvieron alguna incidencia en aquellos hechos. Por ahora solo nos resta esperar que los ánimos se enfríen y que se den las instancias para hablar de manera civilizada sobre aquello que nos divide.
Lo que se presagia hasta ahora es solo un periodo de oscuridad… nadie sabe lo que va a ocurrir, y hay pocas ganas de aventurarse a predecir algo.

1 comentarios:

  1. Rafael M. says:

    Leyendo tu comentario veo que es mas bien mesurado, pero igual tengo algunas observaciones:

    Primero, dices que fue Pinochet quien "entabló en nuestra sociedad esa especie de repudio y odiosidad". La verdad es que las divisiones en la sociedad chilena venían por lo menos desde la década del 60, por lo que me parece arbitrario personificar todo eso en Pinochet, a quien se le sindica como responsable de todo lo imaginable aún cuando no hay nada concreto como para hacerlo.

    Segundo, me parece que los escasísimos actos de violencia protagonizados por los adherentes de Pinochet no se pueden comparar con los de sus oponentes. Muchos de quienes salieron a celebrar destrozaron el centro y le dispararon a carabineros con escopetas artesanales.

    En lo que sí coincido contigo es que hay cierta inseguridad respecto de lo que viene ahora. No me atrevería a predecir nada.

    Se despide un "colega".